martes, 13 de marzo de 2012

OPINIÓN// El reto de ser periodista

Por Alexander Barazarte Gudiño.-

En la medida en que el tiempo ha transcurrido, el oficio de ser periodista ha venido sufriendo notables cambios, impulsados por cúpulas hegemónicas que velan por intereses económicos que desvirtúan y desplazan a la profesión de la esencia primitiva. En cuanto a que la emisión de noticias y la necesidad de información del colectivo, han despertado la ambición de los medios, haciendo del periodismo, una herramienta para la manipulación de la opinión pública, brecha oportuna para alejar a los individuos de las historias y problemas reales.

Pero antes de entrar en detalle sobre el comportamiento de los medios de comunicación y su influencia en el rol del periodista, se debe de tener presente la función social que ellos deben de cumplir, la cual es educar, informar, entretener y generar opinión pública; rigiéndose por las normas que se establezcan para tal fin. Mientras tanto, el comunicador social debe realizar su labor periodística de forma objetiva, veraz, oportuna y responsable, donde prevalezca la verdad como norma, tal cual lo concibe el Código de Ética del Periodista Venezolano.

Ryszard Kapuscinski, en su obra “Los cinco sentidos del periodista” relata y cuestiona la transformación del periodismo durante los últimos años del siglo XX, en el que el periodista pasó de ser una persona de importancia y admirada, con dignidad y compromiso que respetaba la integridad de los demás; a una persona subordinada que se resguarda en el anonimato debido a la intervención de varias personas para la construcción de la noticia. No obstante, Kapuscinski también es muy categórico ante la nueva filosofía de los medios de comunicación de masas, la cuales para él “operan sobre la mentalidad y la sensibilidad de las sociedades que gobiernan”.

Día a día vemos como los medios están siendo utilizados para transmitir informaciones sensacionales, subjetivas y parcializadas, muchas veces lejos de la veracidad, en donde la realidad es arropada por lo banal y lo superficial. Dejando en un segundo plano los verdaderos hechos sociales que afectan al colectivo.

Waldo Frank se refiere a las noticias como, “un tosco simulacro, hecho para agradar al público, para satisfacer su necesidad”. De este modo, describe a las noticas como hechos fantásticos que complacen a los lectores, radioescucha o televidente; y ciertamente, las noticias han sido influenciadas por el capital, convirtiéndola en un producto para los dueños de medios quienes compiten por un mercado, donde comercializan al público, explotan y subordinan al periodista, aumentan sus ingresos económicos e imponen o construye lo que llama Kapuscinski “un mundo virtual” para referirse a las noticias ficticias o dicho en otras palabras, al “mundo no real”.

En este orden de idea, Juan Pablo II (1996) reconoce el poder que tienen los medios al decir que: “Estos medios tienen una utilidad indiscutible, pero no deben engañarnos ni adueñarse de nuestra vida”.

Los medios de comunicación social de masas bien sea impresos, televisivos, radiales o digitales juegan un papel muy importante en la sociedad, estas empresas venden informaciones e ideología a su conveniencia. Ellos venden modelos de vida, estereotipos o patrones que se alienan en la conducta de la colectividad, desarrollando una cultura de aspectismo, que discrimina a quien no se ajuste al modelo difundido y dejándolos afuera del círculo de oportunidades a nivel social, económico, político y demás ámbitos donde se desenvuelve el individuo.

En este sentido, promueven la transformación de los pueblos y buscan el apoderamiento del mercado, donde sólo son favorecidas las clases pudientes del mundo y en el que cada vez los pobres son más pobres; es decir, haciéndonos cada vez más desiguales y permitiendo que prevalezca la lucha de clases.

Sin embargo, para los políticos es la mejor herramienta para imponer ideologías y cumplir con el objetivo de obtener el control de una nación. Durante la historia de los medios los sistemas políticos se han visto muy inmiscuidos en su desarrollo, en cuanto a que para cualquier gobierno el manejo o gestión de la información tiene un carácter fundamental, debido a su nivel de cohesión y manipulación que este posee.

Por consecuencia, en nuestros días la intolerancia política se ha apoderado de la sociedad venezolana, a raíz de la manipulación de los hechos, en caso concreto se puede mencionar como responsable de esto a el canal del estado, Venezolana de Televisión (VTV) y el canal privado, Globovisión. Cada uno presenta una visión diferente de un mismo hecho, en el cual se aprecia con claridad que juegan a su conveniencia política, sembrando odio en la población y generando desconfianza en cuanto a la credibilidad de la labor informativa que ejercen sus periodistas.

Como evidencia de esta situación en el campo político, recordemos el tratamiento de los hechos en el paro petrolero, los sucesos del 11 de abril de 2002, los procesos electorales que se han llevado a cabo, el cese de Radio Caracas Televisión entre otras situaciones que han sido noticias.

De allí, el valor de la palabra se ha desprestigiado, restándole importancia a la búsqueda de la verdad, la cual es nuestro principio y que está estipulado en el Código de Ética, para dar paso a la búsqueda de lo comercialmente atractivo para el medio, obligando al periodista a infringir en su rol.

Esta es una realidad difícil para el encargado o la encargada de buscar y relatar los hechos, porque debe tambalearse entre lo que rige las normativas legales y lo que quiere el jefe, situación que pone en riesgo tanto su puesto de trabajo, como su reputación.

Como si fuera poco, otro de los retos a los que debemos hacer frente, es la situación en la que se encuentra el periodismo impreso frente a la revolución tecnológica, y es que con la aparición de nuevos medios multimedia de comunicación a través del Internet las noticias son transmitidas al instante en las páginas web y las redes sociales, junto a recursos que describen el hecho, como fotografía, audio y video que a diferencia de los medios tradicionales brindan la libertad de opinar, compartir y guardar una información e incluso son accesibles desde un dispositivo móvil. Muchas veces emitidas, por personas que no son periodistas, robándonos de esta manera el poder de dar las primicias.

En tanto, con el mundo globalizado que tenemos, muchos debemos andar a un ritmo acelerado, escribir con un lenguaje reducido, pobre y limitado, ir como una “gran manada” donde le interesa al medio y no donde realmente ocurre algo, convirtiéndonos en “peones manejados a distancias”.

Entonces, ¿Qué se debe hacer ante estos cambios? Primero, recuperar la filosofía de los medios tradicionales, y que sean conducido por personas conocedoras de la comunicación social, más no por empresarios. Aunado a esto, el periodista debe dedicarse a indagar para poder ofrecer a los lectores mayores detalles de los hechos que afectan a la sociedad, siendo capaces de reflejar la realidad en todos sus matices.

Kapuscinski lo resaltaba al decir que: “Los periodista debemos ser cien veces más sabios que ellos”, haciendo énfasis en que debemos tener más conocimiento que quienes compran el periódico, y esto nos obliga hacer esclavo del aprendizaje y la educación, “nos impone la tarea de estudiar continuamente”.

Ahora bien, es necesario plantearse nuevos enfoques, quizás nuevos géneros o actualizar los ya existentes y tal vez la salida de la crisis del periodismo se erradique al ejercer el Nuevo Periodismo. Hacer de la información, un relato interesante, digno de leer, rico en su lenguaje, enmarcado en el contexto, que describan los acontecimientos reales, sin renunciar nunca, por supuesto, al ejercicio ético y profesional. Es decir, sin caminar por la senda de la tele-realidad, el sensacionalismo y derivados. Sencillamente convertir a las noticias, en una obra literaria.

De esta manera, lograr que la gente quiera volver a comprar el periódico, brindándole lo que en la televisión no le ofrecen y lo que en el Internet no puede estar.

Es así como considero que se podrá recuperar el periodismo del abismo a la cual está acechado y los medios mantener la audiencia frente un mercado informativo ampliamente competitivo.

“La prensa es la artillería de la libertad”
Hans Dietrich Genscher (1927)

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